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Mostrando las entradas de agosto, 2018

Examen posmórtem de Colombia Humana

Tenía cosas guardadas por decir, que no dije durante la campaña presidencial para que nadie me pudiera acusar de perjudicar la causa, y ya que la causa se perdió, aquí están. La campaña de 2018 fue odiosa y poblada de ridiculeces. De un lado de Facebook, vi a mis amigos publicar extensos lamentos elegíacos apelando a los poetas griegos y citando al Señor de los Anillos para suplicarnos a los verdes que nos uniéramos a votar por Petro. El problema con esa clase de argumento es que las acusaciones de tragedia y de fascismo tienen un peso simbólico enorme, que es irresponsable derrochar. Lo único que se gana llamando a todo fascismo es que el significado se diluye y la palabra se vuelve inútil. No es lo mismo llamar fascista a Uribe (que es redundante) y llamar fascista a Duque (que está por verse). Si uno se dedica a malgastar la palabra fascismo cada vez que habla un godo, queda uno desarmado cuando se encuentre con un fascismo de veras. Salir a decir que la elección entre Petro y Duq

La confusión de la naranjada

En la edición en inglés de Cien Años de Soledad , una frase del capítulo 4 está mal traducida: "le ofrecieron naranjada con galletitas" aparece como: "they offered her orange marmalade and crackers". El traductor, Gregory Rabassa, no sabía que la naranjada es otra forma de llamar al jugo de naranja, y pensó en cambio que era un tipo de mermelada. Este tipo de error es casi inofensivo (aunque cualquiera que haya vivido en el calor de la costa notaría de inmediato el carácter sospechoso de no ofrecerle jugo a un invitado), pero en otros casos una mala traducción puede destrozar el efecto de la literatura. Por alguna misteriosa razón, la Divina Comedia  ha sido traducida al español más de treinta veces. Para ahorrar tiempo, mi indicador de la calidad de una versión de la Divina Comedia  es el Canto Tercero del Infierno. El texto de Ángel Crespo, que al parecer ganó un premio de traducción, hace un trabajo más bien mediocre en este fragmento: Por mí se va a la ciu

Se puso difícil boicotear

En los años 80 el mundo se puso de acuerdo para no darle dinero a Suráfrica. Y la presión tuvo éxito: el sistema del apartheid terminó siendo insostenible. No solo se demostró que las sanciones económicas funcionan, sino que el mundo es capaz de ponerse de acuerdo para una causa moral. Pero ahora es muy difícil que podamos volver a hacerlo. Si nos tomáramos en serio lo de usar la billetera como mecanismo de presión moral, el mundo entero tendría que dejar de comerciar con China hasta que abandone la dictadura, libere a los presos políticos, acepte las fronteras marítimas que están reconocidas, abandone esa pretensión de adoctrinar a los uygures y deje en paz a Taiwán y Tíbet. Son muchísimas exigencias y el mundo ya depende demasiado del comercio chino. No va a suceder. ¿Hay otros blancos alcanzables? Quizás podríamos intentar sancionar a los países que no admiten el matrimonio homosexual. Pero a fecha de hoy eso implicaría que solo 25 países estarían en plan de boicotear a los otro