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Mostrando las entradas de abril, 2020

El mundo como terreno de ensayo

Germán Arciniegas hace en Nuestra América es un Ensayo una sugerencia fascinante: la historia de Latinoamérica ha servido como terreno experimental para el enfrentamiento de tesis políticas. Casi a la manera del “mercado de ideas” gringo, nuestra vida colectiva desde la independencia ha sido la encarnación de un ensayo. Hemos vivido argumentos, recorrido sus consecuencias y sufrido sus refutaciones. En Latinoamérica, donde lo que estaba hecho fue destruido por la colonia y lo demás falta aún por hacer, la vida se volvió escenario. Somos una novela de ideas. Somos un ensayo que ha tomado forma física. Tal como los maestros de escritura de ficción recomiendan usar la trama como vehículo para dramatizar el conflicto entre las posiciones de los personajes, la historia latinoamericana ha expuesto, contrastado y sometido a prueba las variadas filosofías políticas que han pasado por aquí. Hemos sido ensayo en el sentido más literal: aquí se ha intentado de todo. Hemos sido un ejercicio retó

El problema del culto al héroe

Leyendo el prólogo que Heinrich Heine escribió para la edición alemana de Don Quijote , nos queda claro que al hombre le gustó el libro. Le gustó en grado superlativo. Las descripciones se quedan cortas para hacerle justicia al efecto que Don Quijote tuvo sobre Heine. Y para quien ha leído el mismo libro esa admiración tan devota suena preocupantemente familiar. Sabemos que el caballero Don Quijote amaba cierto tipo de novelas que en su época habían pasado de moda. Las amaba tanto que se convenció de que así funcionaba el mundo y así tenía él que organizar su propia vida. Y por cosa de mil páginas no hace más que hablar maravillas de un género literario muerto y una visión de mundo fantasiosa. Uno termina teniéndole lástima al pobre desquiciado: se dejó encandilar por una época que ni siquiera existió. De Heine uno puede decir lo mismo: quedó tan encandilado por la lectura de Don Quijote que pone a Cervantes en un pedestal y durante todo ese prólogo se dedica a cantar sus alabanz