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Que sí, que Juan Gabriel sí está muerto

Alberto Aguilera Valadez, alias Juan Gabriel, se disputa con Armando Manzanero el título del compositor de música popular más fecundo, más copiado y más admirado de Latinoamérica. Juan Gabriel logró para nuestro panorama musical la misma hazaña que al otro lado del charco hicieron Prince, Boy George y Freddie Mercury: hizo visible una forma más amplia de masculinidad, una que no necesita probar su valor dominando a otros sino creando belleza.

Juan Gabriel murió de un infarto el 28 de agosto de 2016, pero últimamente su manager (es decir, la persona a quien él le generaba más ganancias) ha estado diciendo que el cantante simuló su muerte y planea una dramática vuelta a escena. Si esta historia fuera verdad (lo cual no hay que creer ni por un segundo), se trataría del golpe mediático más innecesario desde la quinta jubilación y el quinto retorno de Krusty el Payaso. Suponiendo que Juan Gabriel esté vivo (que no lo está), un artista de su talla no tendría por qué inventarse una historia falsa para luego salir a revelar que todo fue un truco. ¿Para qué? Juan Gabriel es la estrella de estrellas de Latinoamérica. Ya lo amamos. Todo este asunto es claramente una farsa.

El abogado del cantante ha señalado que el manager escribió un libro sobre sus años de trabajo con Juan Gabriel y todo lo que quiere es generar más publicidad para que el libro se venda. Siguiendo el sabio mandamiento "piensa mal y acertarás", aquí debería acabar la historia. Juan Gabriel no solo fue un compositor explosivamente productivo: se convirtió en una fábrica de dinero infinito para la industria musical. ¿Qué hace uno con su vida laboral cuando se le muere la única gallina que ponía huevos de oro? Vender autógrafos de la gallina, me imagino yo.

Pero hay un detalle más que me llama la atención: siendo tan evidente la mentira, hay muchísimos que quieren creerla. Presten atención todos, porque estas oportunidades son raras: así es como nacen los mitos. Juan Gabriel se nos volvió tan querido que no lo queremos dejar morir. En otras palabras, es nuestro Elvis.

Pero primero, algo de contexto:

En la competencia de Miss Universo de 2018, la Señorita Japón, Yuumi Kato, se presentó de esta manera a la competencia de traje típico:


Es obvio por qué lo hizo: a estas alturas de la vida, Sailor Moon es Japón. Por la misma razón, en 2007 la Señorita Estados Unidos, Rachel Smith, se presentó con este traje:


No hay nada más gringo que Elvis: un muchacho de origen pobre que logró con años de esfuerzo ganar fama y fortuna, pero luego se perdió en las drogas y se volvió una triste caricatura de su gloria pasada, que sin embargo aún servía para vender entradas en Las Vegas, y todo su éxito lo consiguió saqueando descaradamente la cultura negra. Es la encarnación perfecta del país.

Sin las partes feas, ese es el tamaño que Juan Gabriel ha alcanzado en nuestra conciencia. Es un reflejo de lo que nos gustaría ser, pero nunca nos atrevemos: un hombre cansado del machismo latino, que prefiere pasarse la vida cantándole al amor. Eso es ser inmortal.

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