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Televisión a paso lento

Mientras proponía esta semana un nuevo modelo de financiación de la televisión en Colombia, Simón Gaviria destacó que todavía tenemos normas vigentes desde 1995 que no están equipadas para la realidad de la televisión de este siglo (TDT, DirecTV, Netflix, Smart TV, etc.). Mientras tanto, todavía estamos discutiendo si vamos a tener un tercer canal privado. ¡Apenas uno más! La televisión colombiana no necesita un canal más. Necesita cinco, diez, treinta, los que quieran operar.

Gran parte del problema procede de la Constitución de 1991, que creó la Comisión Nacional de Televisión. Eso es ridículo. Un tema como la televisión es demasiado específico y cambiante y no tiene nada que hacer en una Constitución. Que ella contenga normas sobre televisión (artículos 76, 77 y transitorio 63) hace supremamente difícil actualizar las reglas del juego conforme avanza la tecnología.

Otra parte del problema está en la falta de competidores: si los dos grandes canales se dedican a hacer la misma basura, nos quedamos atrapados. Quejarse porque los niños están viendo telenovelas de narcos es no identificar el problema: no hay suficientes canales. Es impráctico que los pocos canales nacionales intenten ser generalistas, tratando de acomodar caricaturas y noticias y telenovelas y películas y concursos y fútbol y comedia y chismes y seriados. Lo que necesitamos son muchos más canales que especialicen sus contenidos para los segmentos de audiencia que les interese alcanzar. Las familias colombianas ya no están viendo la televisión reunidas en la sala de la casa: en este siglo cada cuarto tiene su propio televisor y cada grupo de edad necesita sus propios contenidos.

Pero un tercer canal es todo lo que el gobierno quiere darnos por ahora, si Caracol y RCN dejan.

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