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Mostrando las entradas de febrero, 2018

Sobre la dirección implícita en la coordenada z de la escritura unidireccional

Consideren por un momento esta oración: Es una oración que tiene sentido en español y todo hispanoparlante la puede entender. Cada palabra nos es conocida y el orden en que están dispuestas nos parece de lo más normal. Cualquiera de ustedes podría contestar preguntas absurdamente simples como: "¿Qué palabra está después de sazona ?" o "Qué palabra está antes de sal ?". El tipo de pregunta, engañosamente parecida, que durante muchísimos años yo no fui capaz de contestar era: "¿Qué palabra está delante  de sazona ?" o "¿Qué palabra está detrás  de sal ?". Esta desorientación puede serles desconocida a ustedes, pero para mí nunca ha sido obvio (y no tiene por qué ser obvio) dónde está el delante  y el detrás  de las palabras. La pregunta simplemente me sonaba absurda, como: "¿Cuántas articulaciones tienen las patas posteriores de un gusano?". Para mi cerebro, buscar un delante y un detrás en un texto que claramente está en un es

Timochenko bajo fuego

Si las antiguas FARC (que, recordemos, ya no existen) hubieran entrado con sus fusiles en Armenia a tomarse la ciudad, sería totalmente comprensible que el pueblo los recibiera a pedradas e insultos. Si intentaran otro tanto en Cali, la misma respuesta sería de esperar. Pero Rodrigo Londoño ya no lleva un fusil ni comanda un ejército en rebelión. Ahora es otro candidato presidencial más, sometido a las reglas del debate democrático, donde uno tiene la libertad de proponer lo que quiere que sea el país pero depende de lo que decidan los votantes. Si bien todavía están sin resolver muchísimos de los crímenes de las FARC, y uno puede por supuesto entender el enojo de sus víctimas cuando ven a Londoño escoltado por la policía, ese hombre no llegó a Armenia ni a Cali con ánimo de guerra. Fue a hablar, no a matar. Sí, Londoño cometió crímenes. Sí, Londoño ordenó que sus tropas también cometieran crímenes. Sí, muchos de esos crímenes siguen sin castigo. Pero la promesa que Colombia se h