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Vegetarianismo por la fuerza

En mayo de 2014, el Partido Popular de la India (Bharatiya Janata) ganó por una abrumadora diferencia las elecciones parlamentarias, con el resultado de que el hasta entonces Jefe de Ministros del estado de Gujarat, Narendra Modi, se convirtió en Primer Ministro de la India. Desde entonces, el gobierno de Modi se ha dedicado a promover sin ningún disimulo el más rabioso nacionalismo hinduista, en detrimento de la riquísima pluralidad cultural del país. La ideología oficial del partido, llamada Hindutva, no solo rechaza de plano la influencia de Occidente, sino que pretende forjar un carácter indio uniforme, que ignora los derechos de las minorías étnicas y religiosas y falsifica la historia para exaltar la cultura hindú.

La manifestación más notoria de ese fervor nacionalista ha tomado una forma curiosa: la oposición absoluta al consumo de carne de res. Ya sabíamos que en el hinduismo la vaca es venerada como ser sagrado, pero recientemente varios gobiernos locales han abolido los mataderos y el gobierno nacional hizo su propio intento, que todavía no ha superado la revisión judicial. La intención es seria: una India vegetariana por ley. Y las organizaciones paramilitares que apoyan la misma causa nacionalista han puesto su parte con linchamientos dirigidos específicamente contra carniceros musulmanes. La serie de asesinatos motivados por el comercio de carne ha sido ininterrumpida desde la toma de poder del gobierno de Modi, y ha motivado cuestionamientos sobre dónde tiene sus prioridades el país: por ejemplo, una exposición artística denunció que la sociedad india protege a las vacas de la violencia mejor que a las mujeres.

La identidad de la India es una discusión larga y delicada que no pretenderé resolver aquí. Pero para mí es un tema muy personal la promoción de la dieta vegetariana, y me llama la atención la manera tan torpe en que lo están haciendo los nacionalistas hindúes. Uno se vuelve vegetariano para disminuir la cantidad de crueldad en el mundo. Si el método que uno escoge para llevar a los demás al vegetarianismo es masacrar a los distribuidores de carne, está destrozando su propio argumento.

En nuestro siglo el vegetarianismo tiene un problema de reputación, sobre todo porque los veganos no saben hacer concesiones estratégicas. Hay que usar argumentos más inteligentes. Todo vegetariano que quiera alegar su calidad moral tiene que recordar que Hitler era vegetariano. Si India quiere abandonar el consumo de carne, tiene que encontrar métodos mejores que una guerra entre comunidades motivada por el fanatismo religioso.

En general no me opongo a que un gobierno establezca incentivos para cambiar las decisiones de compra de los ciudadanos. Colombia, por ejemplo, podría ser más dura con las bolsas de plástico de lo que ha sido con la minúscula tarifa añadida a las compras, sin necesidad de llegar a los extremos que se ven en Kenia, donde ahora puede arrestarse a cualquiera que lleve una bolsa de plástico por la calle. Es deber de un estado mejorar las vidas de sus ciudadanos, pero nunca al costo de arruinar otras.

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