Hace dos años publiqué un comentario sobre uno de los pasatiempos preferidos de los colombianos: darles a nuestros presos el peor trato posible. La conclusión, que la vida nos recuerda cada vez que salimos a la calle, es que somos un país de mentalidad vengativa. Y en esa época todavía no habíamos visto la bilis que se regó alrededor de las negociaciones de paz. Por supuesto, el revanchismo es un universal humano , pero en Colombia lo volvimos plato típico. Y como la venganza mueve a las masas, es un recurso ideal para el que quiere congraciarse con ellas. Ahora estamos viviendo el más reciente retorno del eterno caballito de batalla del populismo punitivo, el viento que hincha las banderas del pánico moral, la última en nuestra larga cadena de iniciativas torpes: la cadena perpetua para violadores y asesinos de menores de edad. Es una propuesta pésima que no va a solucionar absolutamente nada y solo va a conseguir hacer más bulto, tanto en los tribunales penales ...
Imaginando la Colombia del futuro y tratando de construirla hoy.