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Hablar por toda la humanidad

El Secretario General de la ONU no es el Presidente de la Tierra, pero debería. No solamente porque, como cuestión de principio, toda la humanidad debería tener un único gobierno, sino porque las personas que han dirigido la ONU han probado ser de lo mejorcito que tiene para mostrar nuestra especie.

Por ejemplo, el sueco Dag Hammarskjöld, elegido por acuerdo entre gringos y soviéticos cuando era imposible conseguir acuerdos entre gringos y soviéticos, siempre tuvo una idea clarísima de la misión a la que estaba llamada la ONU, más allá de sus funciones explícitas. Así explicó, por ejemplo, por qué enfocaba tantos esfuerzos en la asistencia a los países subdesarrollados:
La razón por la cual siento que esta actividad es propia de las Naciones Unidas, y lo es de manera esencial, es que no veo ningún otro instrumento, aparte de las Naciones Unidas, que pueda canalizar los suministros, el conocimiento y otras cosas necesarias de parte de los países altamente desarrollados. En el largo plazo, ningún gobierno nacional puede llevar a cabo esa operación tan bien como pueden hacerlo las Naciones Unidas. No hay ninguna otra organización internacional ni grupo de organizaciones que pueda hacer exactamente el mismo trabajo.
En 1955, cuando la ONU solo quería reconocer a Taiwán como representante legítimo del pueblo chino, Hammarskjöld viajó a Beijing para negociar la liberación de unos pilotos gringos capturados en Corea. Fue una hazaña diplomática lograda con pinzas de relojería. Muchísimo más accidentada, pero igualmente exitosa, fue la campaña de Hammarskjöld para pacificar el Canal de Suez en 1956, bajo el continuo sabotaje del Reino Unido, Francia e Israel.

Otro de sus grandes méritos fue dirigir el nacimiento de la Agencia Internacional de Energía Atómica, que desafortunadamente no ha encontrado oídos sensatos en nuestra época. Pero un mundo sin esa agencia sería aún más peligroso que el que tenemos.

Cuando Hammarskjöld murió en un accidente aéreo, gringos y soviéticos fueron incapaces de lograr otro acuerdo. Tuvo que intervenir el Tercer Mundo para nombrar un sucesor: el birmano U Thant, encargado de completar el mandato que le quedó faltando a Hammarskjöld. Y en ese tiempito alcanzó a ponerle fin a la guerra civil del Congo, pacificar Chipre y evitar el fin del mundo: él fue quien orquestó las negociaciones entre Kennedy y Khrushchev para resolver la crisis de los misiles cubanos. Obviamente fue reelegido, aunque al final de su segundo mandato decidió jubilarse. Este hombre fue insuperablemente humilde hasta el final de su vida. El manejo que la dictadura birmana le dio a su funeral fue una grosera cochinada.

En alguna parte existe un universo paralelo donde el Perú no fue estúpido en 1990 y en lugar de Alberto Fujimori prefirió a Mario Vargas Llosa. Del mismo modo, existe un universo paralelo donde el Perú no fue doblemente estúpido en 1995 y en lugar de reelegir a Fujimori prefirió a Javier Pérez de Cuéllar, que venía de ser Secretario General de la ONU y supervisar la primera versión del proceso de paz de Centroamérica, que si fracasó fue principalmente por estorbo gringo.

El ghanés Kofi Annan es un amor de persona. Su doctrina política se resume en el documento La Responsabilidad de Proteger, cuya mayor demostración de mérito es que Rusia y China lo ven con sospecha. Cuando Annan dirigió la ONU, creó el Fondo Global contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria. Y después de dejar el cargo, siguió trabajando en causas pacíficas en Kenia, Siria y Costa de Marfil.

Esta misma semana, el Secretario General actual, el portugués António Guterres, miembro fundador del Consejo Portugués sobre Refugiados y luego Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, se declaró orgullosamente feminista. Y por eso es una desgracia que nuestro mundo le preste tan poca atención a lo que dice un Secretario General de la ONU. Si fuera, como debería, Presidente de la Tierra, su voz serviría de respaldo moral para las causas que el mundo necesita oír.

Ninguna de estas personas es perfecta. Muchas de las iniciativas fundadas por Kofi Annan han sido investigadas por malversación de fondos. La opinión general sobre su sucesor, Ban Ki-moon, es que fue un Secretario General bastante inútil y más bien lamesuelas. El mismo Guterres ha tenido que lidiar con las incontables denuncias de abuso sexual cometido por miembros de las misiones de paz de la ONU. Pero un mundo sin la ONU sería aún más peligroso que el que tenemos.

Comentarios

  1. A lo mejor, el hecho de que no sean Presidente de la Tierra es un factor clave que permite elegir personas razonablemente decentes al cargo, ¿no?

    En cuanto a las denuncias de abuso sexual y la malversación de fondos: ¿son Annan y Guterres responsables por lo que hagan terceras personas? ¿Estaban ellos en capacidad supervisora directa de esos proyectos? Si no, creo que no es dable hacerlos responsables por esos fracasos (aunque eso no haría que sean perfectos, que nadie lo es).

    Ahora, en mi humilde opinión y a modo de consejo no solicitado, creo que la parte de "orgullosamente feminista" requiere alguna contextualización: ¿a qué se refiere con eso? En la guerra cultural que el posmodernismo viene librando contra la civilización, el significado de la palabra ha sido sometido a presiones ideológicas que han terminado por hacerla polisémica e incluso enantiosémica (o sea que una sola palabra puede ser su propio antónimo).

    Si Guterres se refiere al feminismo como la radical idea de que las mujeres son seres humanos, cuyos derechos incluyen la igualdad de oportunidades, el divorcio, el trabajo sexual y la interrupción voluntaria del embarazo, fantástico.

    Si, por contra, se refiere a una pataleta porque el mundo no ofrece igualdad de resultados, a la misandría, a censurar cualquier expresión de interés sexual en el cuerpo femenino, a la censura del coqueteo, y las ridiculeces interseccionales sobre privilegios, eso *le quita* en vez de ponerle.

    ¡Un saludo!

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