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Composición patas arriba

En medio de una larguísima defensa de la correcta escritura, el primer capítulo de la primera Ortografía de la RAE, publicada en 1741, advierte:
Todos reprehendieran al pintor que, retratando un cuerpo, puſiera invertidamente á un lado un brazo, á otro ſeparado la mano, en una parte la cabeza, y en otras divididas las demás partes del cuerpo: este no fuera retrato parecido; ſino deſtrozo verdadero.
Pero precisamente en la misma España, 170 años más tarde, el maestro de destrozar cuerpos Pablo Picasso pintaría cuadros tan desafiantes como El Poeta:


Me habría encantado poner a Picasso a leer esa primera Ortografía, nada más para oír su reacción. Pero es posible que ya la conociera, y hubiera decidido desafiar a la RAE. Los dos primeros estilos de cubismo que exploró Picasso fueron el analítico, que descompone los objetos en las formas básicas de que están hechos; y el sintético, que crea composiciones nuevas a partir de esas formas. En el mismo capítulo, la RAE prosigue:
Para conocer eſte retrato, es meneſter juntar los ſeparados miembros, y aun deſpues de este trabajo, tiene ſus dificultades la inteligencia. Eſte defecto es muy viſible, y no habrá quien niegue ſu deformidad [...]
El argumento que usa aquí la RAE es que las reglas de la escritura son como las reglas de la pintura: hay partes que deben ir ordenadas de cierta manera. Pues bien, Picasso no solo pintó un poeta: también fue poeta. En 2008 se publicaron por primera vez en edición completa sus Poemas en prosa, con un estilo que el crítico francés Michel Leiris comparó con la experimentación libre que James Joyce aplicó al inglés. Despreciando por completo la puntuación, Picasso compuso piezas verbales a la manera cubista, que habrían causado infartos a los eruditos de 1741:
patas arriba el arco iris en medio de la noche estrellada escurre su colada cuna de ojos asombrados puro jilguero de la hamaca parpadeando sus juegos hacen ronda los clavos introducidos en el fuego en la garganta del prisma cuerda tendida por sus extremos fijados en las quemaduras de la rueda hundida en la charca mordiendo con rabia el ojo del toro agonizante
A eso yo no puedo agregar nada.

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