Ir al contenido principal

Se puso difícil boicotear

En los años 80 el mundo se puso de acuerdo para no darle dinero a Suráfrica. Y la presión tuvo éxito: el sistema del apartheid terminó siendo insostenible. No solo se demostró que las sanciones económicas funcionan, sino que el mundo es capaz de ponerse de acuerdo para una causa moral.

Pero ahora es muy difícil que podamos volver a hacerlo. Si nos tomáramos en serio lo de usar la billetera como mecanismo de presión moral, el mundo entero tendría que dejar de comerciar con China hasta que abandone la dictadura, libere a los presos políticos, acepte las fronteras marítimas que están reconocidas, abandone esa pretensión de adoctrinar a los uygures y deje en paz a Taiwán y Tíbet. Son muchísimas exigencias y el mundo ya depende demasiado del comercio chino. No va a suceder.

¿Hay otros blancos alcanzables? Quizás podríamos intentar sancionar a los países que no admiten el matrimonio homosexual. Pero a fecha de hoy eso implicaría que solo 25 países estarían en plan de boicotear a los otros 168. Si pretendiéramos sancionar a los que aún mantienen la pena de muerte, serían 139 países boicoteando a 54, pero entre los candidatos a este hipotético boicot están China, Estados Unidos y Arabia Saudita, y el mundo parece hacer decidido que no puede vivir sin el dinero de esos tres.

¿Y si nos ponemos serios con las armas nucleares? De nuevo, tendríamos que boicotear a China y Estados Unidos, además de otros países económicamente imprescindibles como India y Francia. ¿Dictaduras? Pase usted y escoja. Por ejemplo, ya existe desde hace rato un embargo sobre Cuba, con el que no se ha logrado nada, y de nuevo nos tocaría meternos con China. ¿Derechos humanos? A nadie le dolería boicotear a Birmania o Bielorrusia, pero también tendríamos que boicotear a la racista República Dominicana y de paso a nosotros también (y en esa lista tampoco se salvaría China).

De este ejercicio la primera conclusión es que ya dependemos demasiado uno del otro como para que las sanciones económicas sirvan para algo en nuestra época. No sirve de nada que Estados Unidos deje de comprar petróleo venezolano si China se lo sigue recibiendo. La otra conclusión, por supuesto, es que China supo jugar bien sus cartas y ahora es intocable. Lo mismo pasa con Israel y Rusia: sus gobiernos son detestables, pero supieron rodearse de los amigos adecuados. Ya a nadie le queda bien enarbolar una causa moral: incluso la archiprogresista Holanda le guarda bombas nucleares a la OTAN. ¿De qué nos agarramos ahora para forzar al mundo a volverse decente?

Comentarios