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De qué se trata este blog

La materialización de un país más maduro sigue siendo la esperanza que anima a este blog.

Originalmente lo creé durante la negociación del gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC, que desembocó en el sorpresivo rechazo de los votantes.

Aún podría uno sentirse inclinado a creer que Colombia no tiene más horizonte que intentar medianamente sobrevivir. Así ha sido por demasiado tiempo: la vida se nos convirtió en una fusión enfermiza de resignación con oportunismo. La permanente amenaza del colapso como nación nos condicionó a aceptar que las cosas queden hechas a medias y que las relaciones sociales se decidan por quién logra aprovecharse de quién.

Algún día, que hoy no podemos imaginar, cuando la guerra deje de ser el tema que nos define, empezaremos a enfrentarnos a problemas de verdad, en los que deberíamos haber estado trabajando desde el principio pero nunca pudimos: cómo salir del subdesarrollo, cómo crear una presencia en el mundo, cómo aprovechar responsablemente nuestros recursos naturales, cómo aguantarnos entre tantos micropaíses tan tercamente diferentes y, por supuesto, cómo mantener la paz.

Si hemos de mantener la cordura, si hemos de seguir teniendo un país, estamos obligados a rechazar la conclusión que parecería obvia a partir del resultado del plebiscito: que a la mitad de Colombia (y eso como mínimo) le falta el conjunto básico de cualidades que uno espera de una ciudadanía sensata, y por lo tanto el país en conjunto es inviable. Tenemos que evitar caer en la tentación de creer eso si es que vamos a seguir viviendo todos juntos.

A finales de febrero de 2016, el presidente Santos dijo: "Firmar la paz nos va a convertir en un país normal". Yo creo, como mejor que yo lo ha dicho Diana Uribe, que no existen pueblos condenados. No existen países malditos. Colombia da a menudo muestras alarmantes de una voluntad suicida, pero yo también creo, como mejor que yo lo dijo Sócrates, que lo necesario para hacer el bien es conocer el bien. Colombia todavía no ha sabido cómo vivir, y por eso es como un niño ciego, en constante riesgo de hacerse daño.

El propósito de este blog es ayudar a hacernos un poco menos ciegos.

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