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La plata de la fiesta

El presidente de Tanzania, John Pombe Magufuli, acaba de anunciar que las celebraciones por el Día de Unión Nacional (que conmemora la unificación de la República de Tanganica y la República Popular de Zanzíbar y Pemba en 1964) quedan canceladas y el dinero que iba a usarse en los actos conmemorativos se usará para construir carreteras.

Tanzania tiene 17 fiestas oficiales y Colombia 18. Cuesta esfuerzo imaginar que nuestra cultura fiestera esté algún día dispuesta a renunciar a uno solo de sus días feriados (o varios, como parece haber ocurrido en Tanzania), incluso si el motivo suena sensato: entre ejecutar obras públicas y hacer estallar bengalas, lo primero se acerca más a lo que casi todos esperamos que sea el trabajo del estado.

Pero si alguien nos viene a sugerir a los colombianos que quizás sería buena idea no festejar tanto, lo tomamos como si estuvieran insultando a nuestros ancestros. Tenemos demasiado grabada en la cabeza esa práctica de aguantar cada lunes con la mente puesta en el próximo viernes. En lugar de comportarnos como buen país laico y eliminar el descanso de Semana Santa, añadimos una semana de receso en la segunda mitad del año, dizque para equilibrar. Es vicio nacional. Todos conocemos alguna familia que ha comido mal un mes para comprar equipo de sonido, y nuestros héroes populares les dan la razón.

La próxima fiesta que tenemos es el Día del Trabajo, y con ella vuelve la sagrada tradición de celebrarlo dejando de trabajar (aunque en 2016 caerá en domingo y no es movible a lunes, así que por esta vez no pasa nada). Es comprensible que no sea de las fiestas favoritas de nuestro gobierno, pero quizás los que van a marchar podrían usar ese tiempo y esfuerzo en alguna tarea que el país necesite más.

Pero la eficacia real de las marchas en este país es tema para otra ocasión.

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