Las partes negociadoras en La Habana acaban de anunciar que hoy es #ElÚltimoDíadelaGuerra. Mañana Santos viajará a Cuba para encargarse de las formalidades y se espera que la firma del acuerdo final coincida con el 20 de julio.
Yo llevo toda la vida preguntándome si alguna vez iba a ver los titulares de noticias que estoy viendo. Siempre parecía que este país tenía alguna vergüenza para dar trabajo a los guionistas de películas gringas. Cuando no era el M19, entonces el problema del país era Pablo Escobar, y cuando no era Pablo Escobar, entonces eran los dineros calientes. Siempre había algo. Siempre teníamos excusa para resignarnos a que este país no avanzara.
Y entonces llega Santos (quien después de haber dirigido el bombardeo al campamento de alias Raúl Reyes en territorio ecuatoriano era honestamente la última persona de quien yo esperaba una disposición para la paz) y sale con que se acaba la guerra. Ya, ya no más.
Reconozco que existen personas con más derecho a alegrarse que yo. Yo no he vivido la violencia: pasé los tormentosos 80 y 90 en Barranquilla, que siempre se ha mantenido al margen de todos esos problemas, y me mudé a Bogotá en 2009, cuando ya habían dejado de poner carros bomba. No tengo ni propiedades ni negocios en el campo, y me enteré del secuestro de un tío mío años después del suceso. He tenido la vida más quieta que se puede tener en este país. Aun así, quiero que esta celebración también sea mía.
Aclaro que no soy nada patriota. Me importó un pepino cuando le ganamos 5-0 a Argentina, cuando tuvimos una actriz nominada al Óscar, cuando mandamos gente al Everest, cuando tuvimos Miss Universo, cuando Nairo Quintana hizo lo que sea que haya hecho, cuando la India hizo un refrito de Betty La Fea. Soy demasiado individualista como para apropiarme de logros que no son míos. El orgullo nacionalista es la emoción más vacía que hay. Si de mí dependiera, que Nicaragua se lleve toda el agua que pida. (Y si de mí dependiera en serio, borraría las fronteras nacionales en el mundo entero. Pero ese es otro tema.)
A lo no que renuncio es al derecho a celebrar que estoy hecho de buena madera. Por ejemplo, cuando mi país abolió la pena de muerte, la censura y la religión oficial. Eso me dice que provengo de una sociedad medianamente civilizada. Y si ahora va a desaparecer el último intento de imitación de la Revolución Cubana que queda en Latinoamérica porque las partes en conflicto descubrieron que seguir matándose no lleva a ningún lado, incluso yo quiero celebrar.
Pero hay que ser prudentes. Las razones por las que un grupo de campesinos decidió declararle la guerra al Estado siguen existiendo: somos un país horrendamente desigual, que no ha terminado de cumplir el mandato constitucional de proporcionar educación gratuita, que no trata la salud como derecho, que intimida y asesina a sus sindicalistas, que ignora deliberadamente a sus indígenas, que no valora el trabajo de sus profesores, que cree que deforestar es buen negocio, y que a estas alturas de la vida no ha sido capaz de completar una reforma agraria. Quedan muchísimos puntos pendientes para arreglar este país.
No quiero aguar la fiesta, pero sí moderarla. ¿Se acuerdan de diciembre de 1993, cuando nos permitimos un respiro porque se había muerto Pablo Escobar? Recuerden también la advertencia profética de su hermana durante el funeral:
Yo llevo toda la vida preguntándome si alguna vez iba a ver los titulares de noticias que estoy viendo. Siempre parecía que este país tenía alguna vergüenza para dar trabajo a los guionistas de películas gringas. Cuando no era el M19, entonces el problema del país era Pablo Escobar, y cuando no era Pablo Escobar, entonces eran los dineros calientes. Siempre había algo. Siempre teníamos excusa para resignarnos a que este país no avanzara.
Y entonces llega Santos (quien después de haber dirigido el bombardeo al campamento de alias Raúl Reyes en territorio ecuatoriano era honestamente la última persona de quien yo esperaba una disposición para la paz) y sale con que se acaba la guerra. Ya, ya no más.
Reconozco que existen personas con más derecho a alegrarse que yo. Yo no he vivido la violencia: pasé los tormentosos 80 y 90 en Barranquilla, que siempre se ha mantenido al margen de todos esos problemas, y me mudé a Bogotá en 2009, cuando ya habían dejado de poner carros bomba. No tengo ni propiedades ni negocios en el campo, y me enteré del secuestro de un tío mío años después del suceso. He tenido la vida más quieta que se puede tener en este país. Aun así, quiero que esta celebración también sea mía.
Aclaro que no soy nada patriota. Me importó un pepino cuando le ganamos 5-0 a Argentina, cuando tuvimos una actriz nominada al Óscar, cuando mandamos gente al Everest, cuando tuvimos Miss Universo, cuando Nairo Quintana hizo lo que sea que haya hecho, cuando la India hizo un refrito de Betty La Fea. Soy demasiado individualista como para apropiarme de logros que no son míos. El orgullo nacionalista es la emoción más vacía que hay. Si de mí dependiera, que Nicaragua se lleve toda el agua que pida. (Y si de mí dependiera en serio, borraría las fronteras nacionales en el mundo entero. Pero ese es otro tema.)
A lo no que renuncio es al derecho a celebrar que estoy hecho de buena madera. Por ejemplo, cuando mi país abolió la pena de muerte, la censura y la religión oficial. Eso me dice que provengo de una sociedad medianamente civilizada. Y si ahora va a desaparecer el último intento de imitación de la Revolución Cubana que queda en Latinoamérica porque las partes en conflicto descubrieron que seguir matándose no lleva a ningún lado, incluso yo quiero celebrar.
Pero hay que ser prudentes. Las razones por las que un grupo de campesinos decidió declararle la guerra al Estado siguen existiendo: somos un país horrendamente desigual, que no ha terminado de cumplir el mandato constitucional de proporcionar educación gratuita, que no trata la salud como derecho, que intimida y asesina a sus sindicalistas, que ignora deliberadamente a sus indígenas, que no valora el trabajo de sus profesores, que cree que deforestar es buen negocio, y que a estas alturas de la vida no ha sido capaz de completar una reforma agraria. Quedan muchísimos puntos pendientes para arreglar este país.
No quiero aguar la fiesta, pero sí moderarla. ¿Se acuerdan de diciembre de 1993, cuando nos permitimos un respiro porque se había muerto Pablo Escobar? Recuerden también la advertencia profética de su hermana durante el funeral:
"No crean en ningún momento que porque Pablo Escobar fue asesinado vilmente se va a acabar la violencia en Colombia. No sean ilusos."Desde hoy tenemos un país un poquito mejor. Pero tengamos cuidado.
A mi particularmente me preocupa que seguimos teniendo humanos...
ResponderBorrarNo soy colombiano pero me gustan estas entradas. Soy mexicano, no sé si las cosas acá están peor, con los cárteles del narcotráfico prácticamente gobernando en muchas zonas, la apatía política y social de un gran sector de la población, el racismo contra pueblos indígenas, así como la violencia por parte del estado a algunos sectores de la población, y claro, algunos que creyéndose libertadores cometen vandalismo, pero espero que las cosas mejoren, porque aun entre tantas violaciones a derechos humanos hay quienes no se rinden, y si en Colombia ya se ha logrado algo, ojalá lo mismo suceda acá.
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ResponderBorrar"Si de mí dependiera, que Nicaragua se lleve toda el agua que pida". Sea más cuidadoso y consciente con lo que dice ¿se ha puesto a pensar las implicaciones que eso podría tener?. Piense en las comunidades y en la gente por favor, y por lo que veo a usted parece no preocuparle o valerle huevo las comunidades. ¿Se ha puesto a pensar en la gente que vive en esa zona? ¿se ha puesto a pensar lo que significa sabiendo que Nicaragua está haciendo terribles concesiones a China y que además Nicaragua planea realizar explotaciones petroleras en esa zona?. Yo comprendo y son respetables tus opiniones, pero pareces ignorar o no entender muchas complejidades y cuestiones.
ResponderBorrarY como dijo un personaje una vez: "Para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más"
PS: ¿que piensa de lo de Cajamarca?. Y no leiste además completo (y descontextualizado) el último comentario mio que respondiste